El fallo exonera a YouTube (y al resto de plataformas) de su responsabilidad por vulneración de los derechos de autor al entender que, como norma general, no lleva a cabo comunicación pública al tratarse de un operador neutro, técnico, automático y pasivo y, por tanto, se valida la tesis mantenida por YouTube de su consideración como un proveedor de alojamiento web y no como una plataforma activa.

Un año después del lanzamiento de Clubhouse y cuando los datos apuntan a que el ritmo de su adopción y uso se está ralentizando, varias plataformas como Twitter, Linkedin, Slack o Discord han anunciado o puesto en marcha aplicaciones similares durante los últimos meses, aún con la incógnita de cuál será el/los modelo/s de negocio que se desarrollen en el ámbito del audio social.

Ante el debate sobre el valor de la música en las plataformas, Edison Research anota tres conclusiones derivadas de estos datos: i) que parte del dinero que se destinaba a la compra física ahora se redirige a la suscripción de alguno de estos servicios de audio; ii) la creciente disposición de los usuarios a pagar por este tipo de servicios; y iii) la elección de pagar por algo que también se puede usar gratuitamente, con limitaciones, porque se prefiere disponer de música o productos a demanda y sin anuncios o de otro tipo ventajas solo destinadas a los suscriptores.

Como barrera fundamental, las restricciones que todavía siguen vigentes en gran parte del mundo debido a la pandemia suponen que, en la práctica, la recuperación completa de la actividad no sea completa, afectando a todo el ecosistema que depende de los directos.

Bajo esta tesis, MIDEM ha publicado un análisis que toma como base la canción Jerusalema para explicar el recorrido que ha tenido hasta convertirse en un éxito mundial a pesar de estar grabada en zulú, siguiendo la estela de lo logrado por Despacito o por el género coreano K-pop.